El 8 de octubre del 2011 presenté al mundo mi retirada de la escalada de alto nivel como escalador profesional. Después de 21 años escalando y 8 años dedicados en cuerpo y alma a la competición, decidí que necesitaba parar y reflexionar sobre todo lo acontecido en este tiempo. Fueron unos años increíbles, llenos de buenas y malas experiencias, aprendizajes y vivencias, que fueron más allá de lo físico y que determinaron quien fui y quien soy. No solo hablo de la escalada, sino sobre la vida.
La superación de mis límites en competición, entrenamiento y en roca, me hicieron entender que la vida tiene un sentido más allá de lo material. La escalada, como yo la entiendo, no es letras y números, ni siquiera tiene que ver con récords ni trofeos. Es un reto, una exigencia personal para combatir contra uno mismo en la búsqueda de la felicidad. Y esa felicidad solo se encuentra tras luchar en el camino de nuestras propias metas y objetivos.